Caminamos hasta la madrugada, dormitando la última hora de la noche con un frío considerable. Por la mañana fue la vanguardia a explorar encontrando una casa de guaraníes que dieron muy poca información. Nuestra posta detuvo a un jinete que resultó ser un hijo de Carlos Rodas (otro) que iba a Yakunday y lo llevamos prisionero. Se caminó lentamente y a las 3.00 fue que pudimos llegar a Matagal, casa de A. Padilla, hermano pobre de otro que vive a una legua de allí y por cuya casa pasamos. El hombre tenía temor y trató por todos los medios de que nos fuéramos, sólo que, para colmo, comenzó a llover y debimos refugiarnos en su casa.